Muchos días han pasado sin que escriba nada por aquí. Ando
muy centrado con BOWL y la pereza me ha podido.
Pero aprovechando la oportunidad que me dio Proexport para
realizar un nuevo Blogtrip, toca retomar la tarea.
Esta vez, después de muchos retrasos y cancelaciones, me
correspondió viajar al eje cafetero.
Región que en parte ya conocía, pero que siempre es
agradable regresar, siendo uno de mis destinos favoritos en el país. A falta de
conocer muchos otros lugares, diría que junto a Boyacá, es el lugar que más
recomiendo en Colombia.
Como novedad esta vez me tocaba viajar con otra persona,
desconocida para mí, pero que resulto ser muy buena gente, a pesar de ser
Francés (broma típica, que espero no hiera sensibilidades de más allá de los
pirineos).
Llegar al aeropuerto El Dorado un fin de semana se complica
un poco por la menor cantidad de autobuses del transmilenio (desde la estación
de ALCALÁ, se puede tomar el K23, pero solo circula de lunes a viernes). De
todas formas, con un par de transbordos se llega rápido. Lo recomiendo si o si,
ya que si hay mucho tráfico, llegar al aeropuerto en taxi puede hacerse eterno.
Con la nueva ruta por la calle 26 es muy rápido. Eso si, el bus NO llega hasta
el aeropuerto. Una vez en el PORTAL EL DORADO (que está pasando la avenida
CALI), hay que tomar el alimentador del aeropuerto, que si bien no es lo más
cómodo por la falta de espacio para maletas…, es bastante rápido.
Ya en el renovado aeropuerto, me resultó muy fácil ubicar la
zona de vuelos nacionales, aun en obras, pero bastante ordenado y limpio.
Con un retraso de un par de horas, partimos hacia el
aeropuerto de Pereira.
Allá nos esperaban los guías de LIVING TRIPS, la empresa de
turismo que nos iba a colaborar en todo el viaje. Julián y Claudia fueron los
encargados de hacer de este primer día una excelente experiencia.
El eje cafetero incluye los departamentos de Caldas,
Risaralda y Quindio. Tiene unas carreteras muy buenas comparando con otras
regiones y es muy fácil moverse de un lugar a otro.
Decir que todo queda
a “unos 20 minutos”. Cada vez que preguntábamos a que distancia quedaba tal o
cual lugar, esa era la respuesta. Aunque la verdad, nunca fue mucho más.
La primera parada fue la HACIENDA VENECIA, finca cafetera,
con alrededor de 200 hectáreas, Muy cerca de Manizales.
Sala espera aeropuerto
alrededores de la hacienda
Dejando la vía principal, se toma un desvió por un camino
sin asfaltar que nos deja a las puertas del “hostal” que tiene la Hacienda. Una
casa bonita, adaptada al turismo menos
exigente, con piscina, salón comunal y buena energía.
De aquí, salimos en un 4x4 hacia la hacienda propiamente,
cruzando un rio. Una casa de estilo completamente de la zona, paisa. Casa en
madera, guadua (tipo de caña local) y muy colorida en los detalles de los
balcones y puerta-ventanas.
El color de la casa, tradicionalmente se debía a la
tendencia política de los dueños, rojo o azul, según fuera liberal o conservador.
Con el tiempo, y cansados de peleas, mucha gente, ajena de esta guerra inútil,
decidió cambiar los colores tradicionales, y por este motivo se pueden ver
casas con detalles en verde, naranja, rosa etc…
La hacienda en sí, es preciosa, las vistas magnificas a todo
el valle, verde y nublado en esta época, pero un sitio ideal para vivir. Después
de almorzar una bandeja paisa, comenzamos un pequeño tour por los terrenos
cafeteros. Nos explicaron la historia y origen del café, las razones por las
que el café se da tan bien en esta parte del mundo, y especialmente en Colombia
y otras muchas cosas.
El fruto rojo, ya maduro
Poder caminar entre los cafetos (el árbol del café), ver el
fruto, el terreno lleno de barro te da una idea de cómo es el trabajo diario de
los recolectores. Generalmente hombres adultos que reciben entre 300 y 400
pesos colombianos (unos 25 céntimos de euro) por cada kilo de fruto recogido (uno
a uno).
Este café recolectado aquí, va mayormente a Japón, como la
mayoría del café Colombiano, que va al extranjero, dejando las “sobras” para el
consumo interno.
Después de ver los cultivos, nos mostraron la maquinaría
para la transformación del fruto en grano, donde ellos lo dejan en verde, listo
para tostar. Pero ese paso ya se realiza en otros lados.
Más adelante, en otro post, hablaré más concreto sobre el
café en sí mismo.
Dejamos atrás la hacienda, y nos dirigimos al lugar donde pasaríamos
las 2 noches siguientes.
Otra casa espectacular, esta vez con estructura más
colonial, pero muy bien conservada y decorada. Puro lujo. Las habitaciones con
una decoración diferente entre si, pero que guardan mucha de la tradición
religiosa del lugar. En mi caso, la habitación estaba llena de crucifijos, imágenes
de santas… muy al estilo convento.
Mi habitación
Hotel hacienda San José
Hotel hacienda San José
Allí mismo nos dieron de comer, junto a la piscina y una
terraza muy acogedora.
Y después de unas cervezas, a descansar ya que al día
siguiente tocaba madrugar otra vez para seguir conociendo la región.