domingo, 1 de abril de 2012

SALENTO

Antes de pasar a hablar de Bogotá, de la que hay mucho de qué hablar, haré un salto en la geografía del país y hablaré un poco de mi paso por el que es posiblemente uno de los lugares que más me gusta de Colombia, Salento, en el Quindio.
El pueblo es conocido por ser puerta de entrada al VALLE DE COCORA, pero esta vez voy a dejar de lado este valle, cuna del "árbol nacional", la palma de cera.
Saliendo de la capital Armenia, salí hacia Salento haciendo autostop. Colombia no es el mejor lugar del mundo para hacer autostop, no por inseguridad, sino más bien por la desconfianza de la gente. Igual, en esta zona cafetera por excelencia, la gente es muy amable y no tardé en salir hacia Salento. Tras algo menos de una hora de viaje en la parte de atrás de una pick-up, llegue a la plaza del pueblo.
Salento como tal es un pueblo pequeño, de unos 5000 habitantes como mucho, y el centro del pueblo se recorre a pie muy rápido.
Lo primero que llama la atención son sus casa pintadas en diferentes colores. Con una base blanca, las casas, tienen las ventanas, puertas, balcones entre otros pintadas de un color característico; azul, naranja, verde,rojo...




Como decía más arriba, el pueblo es pequeño y la mayoría de cosas se congregan alrededor de la plaza. Mercado, cafeterías, restaurantes, estación de buses... todo está a 3 o 4 cuadras de distancia.
Una vez con el la mochila en el hostal, salí a recorrer las calles medio empinadas del pueblo, llenas de gente local y poco turista en esta época del año. Al ser zona cafetera, se ven cultivos en los alrededores del pueblo, y subiendo a un pequeño mirador se puede ver todo el valle, verde como el solo.
Sinceramente, poco me suelen importar la mayoría de atractivos turísticos de los países que he visitado, y aquí tampoco hice excepción alguna. Paseos a caballo , visita al valle de cocora en quad....mucha oferta pero poco interés por mi parte. Me dedique a pasear por los alrededores, a descansar en un banco de la plaza, leer y poco más....y comer bien, eso si que no puede faltar. Prefiero dormir sobre el frío suelo de una tienda de campaña, o pasar la noche en un bus, pero poder darme el capricho de comer algo rico y típico del lugar.
En Salento me recomendaron la trucha, y como me apasiona el pescado, pues tocó trucha. Dentro de la variedad de platos que ofrecen en los numerosos restaurantes del pueblo, elegí la trucha al ajillo, que para mi sorpresa iba acompañada de un patacón XXL, pero bien fino (doble fritura de plátano verde).Simplemente espectacular !
Obviamente, no puedo dejar de nombrar al valle de cocora, que pese a que no fui a caballo o de otra manera, hay más formas de llegar, bien en transporte público desde Salento o como ,o hice yo, paso a paso y suave suave por la carretera. Un largo paseo, entre arboles, curvas, fincas cafeteras y un río caudaloso a mi izquierda. Lo que más me gustó del valle es además del verde penetrante, las palmas de cera que dan un contraste que no esperaba a un valle entre las montañas.













Para mi gusto, el pueblo es un lugar ideal para descansar y disfrutar de la naturaleza. Creo que lo ideal es hacer una vista a toda la región cafetera y visitar más lugares e incluir Salento como un destino más.Manizales, Armenia y Pereira son las capitales de la región, y partiendo de cualquiera de ellas se puede llegar a muchos pequeños rincones del eje cafetero, desde las fincas cafeteras y el parque del café, hasta pequeños pueblos dedicados al campo, donde poder disfrutar de la gente y la hospitalidad de estas tierras.
Aquí les dejo en definitiva una observación personal de lo que es Salento, más allá de su entorno, un pequeño pueblo colorido, hospitalario, con mayor afluencia turística día tras día y creo que mejorando un poco algunos detalles de transporte, podría llegar a ser aún mejor destino.
saludos desde Bogotá
Gorka

1 comentario:

  1. Qué ganas de conocer ese pueblito!! Viajo con tus fotos por ahora...Gracias Gorka!!!

    ResponderEliminar